El cuerpo es el contenedor de nuestra alma y como contenedor guarda infinitas memorias que hemos recogido a la largo de nuestra vida.
Nuestros miedos, situaciones no resueltas, nuestros bloqueos quedan en él registrados, limitando nuestra expresión verdadera y paralizando nuestra fluidez vital.
Está constantemente comunicando lo que sucede en nosotros, tanto de manera externa como interna.
Cuando decidimos tomar contacto con ello, es cuando comienza a transformarse y a liberarse del encarcelamiento.
Al escucharlo, se convierte en nuestro templo donde la voz de nuestra alma nos habla con claridad.
¿Cómo podemos escuchar a nuestro cuerpo?
A través del masaje, se puede escuchar esos puntos energéticos que nos están diciendo lo que contienen. Los mensajes que nos dice pueden estar relacionados con situaciones no resueltas, con creencias sobre nosotros y sobre los demás. Y también con la forma de tratarnos a través de los hábitos.
A través del movimiento el cuerpo expresa y libera esa corriente de energía, dando forma natural y presente de lo que siente, de lo que escucha, y se conecta a lo que es, materia viva donde se encuentra con el alma para danzar la esencia infinita que los une.
Nuestro cuerpo se beneficia encontrando salud, y una nueva energía en movimiento hacia una nueva realidad.