Así como experimentamos la realidad a través de nuestras percepciones y sensaciones en pensamientos, emociones y cuerpo físico, la vivimos en esos mismos campos, y la emanamos hacia nuestro cuerpo energético, como si fuera un vapor que se desprende de nosotros.
En el proceso de limpieza energética, nos ocupamos de purificar nuestro cuerpo energético, integrándolo así a nuestro propósito de desarrollo y crecimiento personal en conjunto con los demás aspectos de nuestro ser.
Al someternos a una limpieza energética, estamos permitiendo que nuestro cuerpo energético se alinee con nuestra evolución.
Posibilitamos la emanación de una nueva energía desde nosotros, una energía más limpia y saludable. En este acto de responsabilidad hacia nuestro entorno, transformamos la energía residual en energía lumínica.